La educación chilena todavía complaciente y agresiva está orientada a generar niños adaptables a una nación que no ha sido concebida para ellos y que no les abre el mundo para que la cambien y engrandezcan.

Jóvenes desprovistos de creatividad, restringidos en la intuición y faltos de imaginación. Poseen una eterna desvinculación con la magia y sabiduría del corazón. Desprovistos de alas, no se les enseña a volar.

Necesitamos imperiosamente interpretar una nueva visión en nuestra educación que desde el despertar hasta el ocaso, sea inconforme y reflexiva, que nos motive a generar nuevos pensamientos y nos ilumine para saber quiénes somos y así generar un Chile que se quiera más a sí mismo, que despierte nuestra incalculable pasión por la creatividad y nos comprometa en nuestro interés por desarrollarnos como personas.

Pero, ¿Cómo transformar nuestra educación para que se verifique un real incentivo hacia una era ansiada, creativa con motivación al logro y poder enfrentar los desafíos de este siglo?

Contrariando a tantos expertos en temas educacionales, creo que el desafío debe ir en una dirección deferente. «Necesitamos crear una masiva EDUCACIÓN EMPRENDEDORA«

La idea principal es generar y producir masivamente gente independiente, generadora de riqueza, creadora y dispuesta a asumir riesgos, para que se termine por crear más empresarios, muchos más de los que se han creado hasta ahora. Y sobre todo nuevos empresarios, tolerantes y desafiantes a la incertidumbre extrema en que se mueven ahora los negocios.

Este nuevo escenario debe considerar, principalmente creativas formas de solucionar nuestros problemas, evitando copiar ideas, métodos, conceptos y teorías provenientes de culturas diferentes.

La educación emprendedora se orienta a brindar al niño, adolescente y al universitario, las capacidades e instrumentos para que se constituya en agente de desarrollo económico y social y supere las limitaciones que nos hemos impuesto como chilenos desde hace tantos siglos.

Generar jóvenes independientes, entes innovativos, creativos, emprendedores que se automotiven para cuestionar las reglas establecidas y satisfagan sus metas personales a través de su propia acción.

A inicio de los años 90, Chile generaba más de 35.000 nuevas empresas anualmente y se había cultivado un empresario audaz capaz de aceptar los desafíos que enfrentaba el país ante un escenario globalizado, lleno de nuevas oportunidades.

Gente generadora de miles de empleos que llevaron al país a un nivel de cesantía de un 4,5%.

Transcurrido más de un década, el país vive una sequía empresarial de proporciones, debido principalmente, a un desincentivo generalizado al «Ser Empresario».

El país y las PYMES requieren desarrollar una nueva generación en cadena que de espacio a los jóvenes y ciudadanos para recuperar el liderazgo de nuestro país y generar riqueza y desarrollo.

«Para poder dar este el salto cualitativo y cuantitativo se requiere cambios sustanciales en la educación, no solo en Chile si no en toda latino américa«

ÉXITOS!!